¿POR QUÉ NAVIDAD?
Un hombre el cual no tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades religiosas, como la Navidad. Su mujer, era muy creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios de su marido.
Una Nochebuena en la cual se encontraba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. ¡Qué ridiculez! Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa. Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; El hombre dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana. Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos. -Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada? Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano. -Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta. Seguidamente, se le ocurrió una idea. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.
El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza: -Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos! Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día: -¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.
Cuando terminaron los vientos y cesó la cegadora nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: "¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!
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